EATING ALASKA

Una entrañable amiga, la cineasta Ellen Frankestein vive en la localidad de Sitka en Alaska
Sin todavía conocernos pude apreciar uno de sus documentales en un Festival de Cine de la Habana en el cual su material fue programado delante de uno de mis trabajos
Con el tiempo, la casualidad nos permitió departir juntos La gramática de su obra genera una poesía que resulta rara en el mundo del documental
Esto le pavimentó el camino hacia el éxito que ahora disfruta, su documental más reciente “Eating Alaska” se ha visto en medio mundo y ha conquistado el corazón de espectadores desde Argentina hasta el Este Europeo
Mi insistencia con los organizadores logró que “Eating Alaska” fuera incluida en un Festival de Cine en Canadá donde participé, la gente resultó realmente impactada con su filme
Eating Alaska” cuenta lo que sucede a una vegetariana que une su vida con un pescador y cazador de venados en ese lugar del mundo
Con humor y compasión el documental muestra como nativos y emigrados a Alaska tratan de balancear su dieta en un inhóspito entorno “Eating Alaska” es un viaje a las tradiciones de alimentación local y las conexiones que se establecen entre lo que se dispone para comer donde vivimos y lo que decidimos llevarnos a la boca
En mi viaje a Canadá encontré algunos elementos de la denominada globalización de los alimentos
Uvas de Chile compartiendo un lugar en anaquel junto a dátiles de Grecia, naranjas del medio oriente con vegetales provenientes desde Holanda, carne de Uruguay y Argentina
Muchas de estas producciones llegaron al lugar donde me encontraba en lo mas extremo del Océano Pacifico, a la vista de las heladas costas de Alaska con relativa rapidez
Esta es una de las lecciones de Eating Alaska, si queremos que nuestros alimentos sean seguros, debemos reconocer que esto sólo puede lograrse con un modelo radicalmente diferente de alimentación y agricultura, que se base en el potencial en buena medida sin explotar de una producción y distribución de alimentos a pequeña escala, mucho más regional
Se necesita un nuevo sistema que no concentre el poder y el control de la cadena alimenticia en manos de unas pocas corporaciones y grupos de interés globales, a expensas de todos los demás, que sitúe la diversidad en su centro y respete los límites del mundo natural, en lugar de tratar de anularlos.
Ahora que los escándalos alimentarios están a la orden del día, nos hace falta entender que, por su misma naturaleza, el sistema alimentario industrializado y globalizado engendra problemas de salud pública. Se orienta a producir enormes cantidades de alimentos y elevar la productividad pero al mínimo coste.
De modo que los agricultores y cultivadores se ven empujados a ahorrar haciendo economías y adoptando prácticas intensivas, dejándonos expuestos a riesgos sin precedentes que son cada vez más graves: todo, desde las toxinas hasta los cultivos transgénicos
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