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ARNALDO DIAZ JIMENEZ

LA AGUADA DE SANTA CLARA

LA AGUADA DE SANTA CLARA

En algunas ocasiones en el ejercicio de mi profesión he necesitado navegar contra la corriente y arremeter contra prácticas inaceptables.

Hace un par de años  mostré en desacuerdo  con la manera en que un grupo de personas que ocuparon áreas de la ciudad de Santa Clara reservadas para el desarrollo industrial solicitaron que una estructura en la cual se almacena amoniaco sea retirada del lugar

La estructura estaba allí mucho antes de que el desorden y el mal trabajo de la municipalidad permitieron que surgiera de la noche a la mañana un barrio carente de todo tipo de seguridad y sobre todo de legalidad

Las malas decisiones pasadas y presentes siguen golpeando a la ciudad. Hace poco reportaba como una tienda que vende sus productos  con vista al Boulevard de Santa Clara responsabilizó  a las autoridades locales de la conservación de su fachada.

En teoría la tienda para ellos comienza desde el cristal de la puerta hacia adentro y no se sienten responsabilizados con ese ambiente exterior  que les facilita el acceso de miles de personas y sobre todo de ventas.

Hace algunas semanas reportaba el desastre dejado para el futuro de la ciudad por las renovaciones  realizadas a la Dirección Provincial  del Banco de Crédito y Comercio a su edificio sede que da justo frente al Parque Vidal. Una cosa fue lo proyectado y aprobado en las oficinas de Patrimonio y otra lo que se terminó  ejecutando y nadie responde por ello

Ahora parece que toca el turno a la Aguada de Santa Clara, el último vestigio de la historia del ferrocarril impulsado por carbón y agua que se mantiene  en pie en la provincia de Villa Clara

La Aguada, un centenario tanque metálico próximo a los talleres ferroviarios de la ciudad prestaba servicio a aquellas míticas locomotoras de vapor que circularon por las vías férreas de Cuba, un día dejó de usarse y  bajo su sombra creció un edificio

Los nuevos propietarios del lugar no le tienen cariño a esa pieza del patrimonio urbano, nunca le han dado el menor mantenimiento y si han realizado múltiples gestiones para que la estructura sea retirada del lugar convocando a múltiples autoridades  y esgrimiendo su potencial falta de seguridad

Evidentemente fue un mal negocio dejar construir algo  debajo de la Aguada, esto solo debió ser permitido o aceptado bajo la condicionante de que los nuevos dueños de la parcela se preocuparan por esta.

Los centenarios hierros de la Aguada resisten en pie el abandono y  la falta de interés  por su futuro. La Aguada no ha sido eliminada  porque resulta necesario realizar obras de infraestructura para poder retirarla,  cuando me dijeron eso pensé que algunos recursos solicitados con este propósito pudieran ser empleados más sabiamente, si se invierte en necesarias mejoras de pintura y mantenimiento  y se aprovecha el espacio bajo su sombra  para promover la historia del ferrocarril local

Me gustaría ver como a la Aguada y al nuevo edificio se les permita  viajar  por el tiempo y el espacio juntos y la historia de mi ciudad se enriquezca con un nuevo lugar donde se rinda homenaje a ese pasado ferroviario de Cuba  del que formamos parte

 

 

 

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