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ARNALDO DIAZ JIMENEZ

LA PRIMERA REVOLUCION VERDE EN CUBA

LA PRIMERA REVOLUCION VERDE EN CUBA

Por estos días asoman por la prensa internacional reportes de que la falta de alimentos unida a climas desfavorables  mata seres humanos en  regiones pobres de África

Por otro lado son fluidas las inquietudes de muchas sociedades de cómo ha transcurrido el proceso de obtención de los alimentos que se consumen y continúan siendo opacas la verdad acerca de las practicas agrarias dañinas al entorno

Estos son los  síntomas más elocuentes del fracaso de la publicitada “revolución verde” florecida en las últimas décadas  del siglo pasado

Cuando visité la Universidad de Vancouver tuve que explicar a mis interlocutores que en Cuba habían tenido lugar dos “revoluciones verdes” bien reconocibles, la primera de ellas clonada totalmente del modelo agrícola importado desde la  Unión Soviética y una posterior inspirada en lo mejor de la agricultura orgánica

Una de las debilidades de aquella primera revolución verde fue su estrecho enfoque en las semillas y los pesticidas

La idea de que se puede erradicar el hambre en el mundo aumentando la productividad agrícola sin atender los asuntos de índole social, político y económico que rodean la producción de alimentos resultan una utopía

El mito de la revolución verde se vendió a mediados del siglo pasado empaquetada con el mas simple ecuación: semillas milagrosas más los controles de plagas y enfermedades con químicos aumentan los rendimientos  y por lo tanto resultan claves para poner fin al hambre

La segunda barra de la ecuación de la revolución verde era tentadora por su simpleza: “Rendimientos elevados significan más ingreso para los agricultores pobres, ayudándoles a subir de la pobreza, y más alimento significa menos hambre”

Hoy día hay tanta o más gente hambrienta en el mundo que cuando la versión “beta” de la primera revolución verde comenzó

Si se tiene en cuenta la vasta cantidad de recursos que la revolución verde utilizó y los problemas ambientales y para la salud humana que desencadenó hasta el presente, entonces hay que concluir que  resultó uno de los fracasos más sonados del siglo XX

Sin embargo, hasta el día de hoy resulta habitual escuchar a  los  portavoces de esta empresa afirmar  que fue todo un éxito

Los estudios serios acerca del fracaso de aquella revolución verde han llegado a la conclusión de que el problema agroalimentario  no podía ser resuelto simplemente produciendo más

 La agricultura es un sistema complejo, donde la semilla es sólo un elemento que contribuye a la productividad total

Como resultado, áreas enteras de investigación sobre fertilidad de suelos, cultivos mixtos, manejo de agua y otras prácticas sustentables, que  podrían duplicar los rendimientos, fueron pasadas por alto y se atrasaron los estudios en estas direcciones a medida que los científicos se enfocaban en encontrar la combinación genética perfecta que proporcionaría celestiales cosechas y los químicos adecuados para eliminar los enemigos de estos desarrollos

Los artífices de la revolución verde argumentaron que la agricultura orgánica no es más que un ideal romántico que nunca tendrá los rendimientos necesarios para alimentar un mundo hambriento  urgentemente necesitado de propuestas prácticas

En el caso Cuba se tuvo  suerte de abandonar a tiempo este modelo de producción agrícola, pero desgraciadamente bajo  una intensa debacle económica y social cuando desapareció el modelo de integración conocido como CAME que ofreció a nuestro país un modelo de lo que hoy se denomina “comercio justo”

Cuba ha venido  transitando lentamente por el camino de buscar una producción agrícola más descentralizada y menos dependiente de los químicos y una alta mecanización 

La segunda “revolución verde” en la isla floreció durante los duros años de  la crisis de los años 90 la cual puso al país en los rieles de lo que debe ser la agricultura que aspira la humanidad y la imagino como los pasos de esta ruta en las montañas de Villa Clara

 

 

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