INVASION AZUL BLUE INVASION "El reto de modelar el clima futuro
Orfilio Peláez
pelaez@granma.cip.cu
Mucho antes de ser catalogado como un proceso inequívoco acelerado por la mano del hombre, en la década del noventa del pasado siglo comenzaron en nuestro país las investigaciones dirigidas a conocer con suficiente antelación las probables implicaciones del cambio climático en diferentes esferas de la vida nacional, y las formas de paliar sus efectos
La sobreelevación del nivel del mar y el oleaje provocado por huracanes intensos es el mayor peligro del cambio climático para nuestro archipiélago.
En aquella etapa y durante más de dos años se desarrolló un estudio denominado Impacto del cambio climático y medidas de adaptación en Cuba, en el cual participaron alrededor de cien expertos de trece centros científicos y organismos del Estado, cuyo autor principal fue el doctor Tomás Gutiérrez Pérez, director general del Instituto de Meteorología.
Sus resultados mostraron una clara tendencia al aumento de la temperatura media del archipiélago y a la elevación del nivel del mar, además de calcular los posibles escenarios del futuro comportamiento del clima en cuatro plazos de referencia: 2010, 2030, 2050 y 2100.
El aumento en la frecuencia e intensidad de los eventos hidrometeorológicos extremos plantea nuevos desafíos para la ciencia .
Los sectores incluidos en el trabajo fueron recursos hídricos, zonas costeras y recursos marinos, agricultura y silvicultura, asentamientos humanos, biodiversidad y salud.
Por sus aportes esta investigación mereció en 1999 uno de los Premios Nacionales otorgados por la Academia de Ciencias de Cuba, y el Premio Especial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA).
A pesar de que transcurrieron casi doce años, buena parte de sus conclusiones mantienen plena vigencia y son una fuente de referencia indispensable en los actuales proyectos vinculados al enfrentamiento del cambio climático en Cuba.
APUESTA POR LA ADAPTACIÓN
Como plantean los especialistas, el clima cubano es hoy más cálido y extremo. Desde 1951 la temperatura media subió en 0,6 grados Celsius, tendencia condicionada sobre todo por el aumento de los valores de la mínima.
Asimismo, hay una expansión del verano y una contracción del invierno, se incrementa la frecuencia de sequías más intensas y prolongadas, mientras el nivel del mar ascendió a un ritmo de 2,14 milímetros por año, de acuerdo con los registros de la estación mareográfica de Siboney, al oeste de la capital. El primer decenio del siglo XXI registra la mayor cantidad de azote de huracanes intensos para una década, con un total de 7.
Por indicación del Gobierno, a partir del mes de octubre del 2007 se intensificaron las investigaciones referidas al Programa de Enfrentamiento al Cambio Climático, y se aprobó el Macroproyecto sobre peligros y vulnerabilidad de la zona costera cubana para los años 2050 y 2100.
Este lo componen hoy trece proyectos de investigación y servicios científicos tecnológicos, donde participan 16 instituciones de cinco Organimos de la Administración Central del Estado y alrededor de 300 especialistas. Las entidades cabeceras son el CITMA, la Agencia de Medio Ambiente y el Grupo Empresarial GEOCUBA.
Dentro de los resultados aportados por el Macroproyecto figura el haber identificado que el ascenso gradual del nivel medio del mar es la principal amenaza a largo plazo del cambio climático en la zona costera de Cuba, teniendo en cuenta su impacto en la disminución lenta de la superficie emergida en las zonas bajas, y la salinización de los acuíferos, debido al avance de la cuña de agua marina.
Lo anterior se traduciría en una reducción de las áreas de cultivo, y de la calidad y disponibilidad del recurso agua.
También pudo determinarse que en lo inmediato la sobreelevación del nivel del mar y el oleaje provocado por huracanes intensos es el mayor peligro del cambio climático para nuestro archipiélago.
Sin dudas, el país tiene adelantado un largo camino en la lucha contra lo que muchos ecologistas y políticos consideran el más grande desafío ambiental de la presente centuria. Modelar los escenarios futuros es parte esencial de esa apuesta por el porvenir, y de la inaplazable necesidad de trabajar desde ahora en el diseño de medidas de adaptación y mitigación a los efectos de ese progresivo proceso.
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