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ARNALDO DIAZ JIMENEZ

Bondades del bambú

Bondades del bambú

Freddy Pérez Cabrera

 

Cuenta la historia que cuando se desvanecieron los vapores contaminantes en Hiroshima, después de la explosión de la bomba atómica, las brigadas que se aventuraron hacia el epicentro solo encontraron muerte y desolación. Todo había sido arrasado, nada quedaba, pero en medio del cráter asomaba erguida, como un símbolo de esperanza, una caña de bambú totalmente quemada, muerta, pero en pie.

Este solo ejemplo demuestra la capacidad de resistencia de esta planta milenaria que cada día es empleada por millones de seres humanos en el mundo, como una alternativa a la creciente escasez de madera, fenómeno del cual los cubanos no estamos exentos.

En el fomento de la producción del bambú nuestro país encuentra una fuente renovable de recursos, además de constituir otra importante vía para proteger el medio ambiente de sustancias tan dañinas como el dióxido de carbono.

Estudios realizados por científicos de varias instituciones nacionales, coordinados por la Universidad Central Marta Abréu de Las Villas, demuestran la utilidad de esta planta en la fabricación de casas, andamios, mobiliarios y utensilios para el hogar, como sillas y mesas, entre otros beneficios, con lo cual el país pudiera ahorrar decenas de miles de pesos al dejar de emplearse algunos tipos de maderas usados tradicionalmente con esos fines.

El Doctor en Ciencias José Fernando Martirena, director del Centro de Investigación y Desarrollo de Estructuras y Materiales (CIDEM), perteneciente a esta casa de altos estudios, explica que se ha pensado en el bambú debido a que los programas tradicionales de reforestación necesitan entre diez y 20 años para poder aportar a la construcción; en cambio esta planta tiene la capacidad de crecer muy rápido y proveer un volumen considerable de madera en muy poco tiempo.

En la extensión del bambú, planta originaria de Asia, ha tenido mucho que ver el Instituto de Biotecnología de las Plantas (IBP), de Villa Clara, institución que desarrolló un protocolo de propagación "in vitro" de la gramínea, capaz de generar cerca de un millón de posturas por año. Esta tecnología ha sido transferida a varias instituciones de la agricultura en otros territorios.

El proyecto iniciado en el 2005 permitió plantar aproximadamente 4 500 hectáreas en el periodo 2005-2010, a la par que se creaba una red de fábricas de muebles a lo largo del país, aseguró el doctor Martirena y puso como ejemplo un taller de la ANAP en Mayarí, que fue capaz de fabricar 400 juegos de muebles en un año.

 

egún el científico, el bambú, una vez plantado puede llegar a crecer entre 15 y 20 centímetros diarios, según la especie y condiciones de humedad, razón por la cual ya después de los cuatro años puede estar en explotación.

Pero la utilidad de esa especie va más allá del servicio que puede prestar como hierba maderable. También contribuye a la recuperación de los suelos salinizados y a captar buena parte del dióxido de carbono que se emite al medio ambiente, con sus nefastas consecuencias para la vida en el planeta.

Está demostrado científicamente que una hectárea de bambú puede absorber entre 11 y 18 toneladas de CO2 por año, y Cuba tiene plantadas más de 6 000. Además, intencionalmente por cada tonelada de CO2 que se capte, acreditada y certificada, pueden obtenerse entre 15 y 20 dólares, lo cual pudiera convertirse en una fuente importante de captación de las divisas, tan necesarias para nuestra economía.

Loable ha sido la labor de algunos territorios como Villa Clara, que sembró el pasado año 650 hectáreas en ocho municipios, experiencia que también ha sido extendida a otras provincias como Granma, Holguín, Ciudad de La Habana, Santiago de Cuba, Sancti Spíritus y Pinar del Río, las más avanzadas en esta tarea, aseguró el director del CIDEM.

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